PRH (Personalidad y Relaciones Humanas) nace en la corriente de la Psicología Humanista[1] y recibe influencias de las corrientes de las pedagogías activas y no directivas.

Nuestros planteamientos sobre el proceso de crecimiento personal tiene convergencias con casi todas las escuelas psicológicas.

Con el enfoque conductual coincidimos en el interés por aprender formas más ajustadas de funcionar. Creemos que la persona aprende maneras de funcionar que no la construyen y que puede aprender conductas que le ayuden a ser más coherente con lo que es a nivel profundo.

Con los cognitivos compartimos que las ideas que la persona tiene de sí misma, en especial la imagen, tienen un efecto importante en el comportamiento.

También tenemos afinidades con los humanistas, la concepción de Rogers y la terapia centrada en el cliente. Coincidimos en las nociones de crecimiento, curación, trabajo sobre uno mismo, autoformación, la noción de libertad, las actitudes en la relación humana, la búsqueda de sentido y la apertura a una trascendencia.

Tenemos en común con la Gestalt su interés por el aquí y el ahora, y la importancia de que la persona haga sus propios descubrimientos sobre sus procesos internos (autodescubrimiento).

Con el psicoanálisis compartimos la importancia del desarrollo infantil, sus relaciones con los padres y su entorno para comprender su situación de vida en el presente.

Por otro lado, con la psicología experiencial tenemos en común el análisis de sensaciones corporales como método para conocer información sobre la vida interior.

Con la psicología positiva tenemos el mismo interés por las fortalezas de la persona para afrontar sus dificultades, la opción por la vida en vez de dejarse arrastrar por los pensamientos o funcionamientos desajustados. Tenemos interés por el crecimiento que ayuda a mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas.

(1) La Psicología Humanista surge en la década de los 60 en Estados Unidos. Se trata de una corriente en la que destacan aportes como los de Abraham Maslow, Carl Rogers, entre otros. Pone énfasis en los aspectos subjetivos de la experiencia personal y supone una bondad intrínseca del ser humano.