“En lo concreto de mi vida vivo una mayor afirmación de lo que soy. Me atrevo a ser yo misma y sobre todo no me escondo”.
Tengo una gran paz cuando atravieso momentos difíciles. Si algo se despierta en mí (sobre todo si se trata de una herida o de una carencia), he aprendido a desdramatizarlo. He aprendido que no soy solo eso.
En lo concreto de mi vida vivo una mayor afirmación de lo que soy. Me atrevo a ser yo misma y sobre todo no me escondo. Como siento el valor de mis descubrimientos sobre mí, elijo con quién compartirlos. Yo, que no tengo un buen sistema de defensa, he aprendido a tomar un poco de distancia respecto a los otros, a aceptar sus realidades y sus límites (del mismo modo que aprendo a aceptar mi realidad y mis límites).
Respecto a mi vida de pareja he podido hacer un camino. Soy consciente de lo que puedo esperar de mi marido y lo que no puedo esperar. No, él no va a colmar mis vacíos. No, él no es mi padre y yo no soy su hija. Él es un hombre, con su propia historia, sus propias dificultades. Yo tampoco estoy ahí para responder a sus expectativas.
Hoy, después de haber franqueado con él una larga crisis, he comprendido que es extremadamente importante escucharnos bien y expresarnos bien los dos de cara a las decisiones que tomamos. Esto nos ayuda a entrar en un respeto, en una voluntad de avanzar juntos, que da sentido a mi vida de pareja.
Yo me vivo, digámoslo así, más cercana a mí misma. Cuando vivo algunas frustraciones en mi vida de relaciones, trato de sentir qué necesito y de qué puedo responsabilizarme. Mi mirada sobre mi historia, mi pasado y mis dificultades de hoy ha cambiado.
Tengo la sensación de que mi felicidad no depende del otro. El otro puede ayudarme, pero el sentido de mi vida y mi sensación de felicidad están ligados a mis decisiones, a mí misma.
En mi trabajo estoy intentando reorientar mi vida. Vivo una docilidad a lo que descubro en mí, incluso si eso no tiene nada que ver con mis estudios o con mi profesión. Tener éxito en mi vida para mí es desplegar las riquezas que descubro. Desgraciadamente, estas riquezas no tienen nada que ver con mi profesión. Y tengo 45 años. Pero no tengo miedo. Lo que me daría miedo, sería continuar sin esperanza un camino que no siento que es el mío.
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